Columna
Café con Adorno
Por Raúl Adorno Jiménez
PRI, la víbora que se devora a sí misma
Agencia Parlamento y Debate.- Entre más gritonea el dirigente priista Alejandro Moreno, mejor conocido como Alito, en contra de sus detractores correligionarios, pareciera que se ve en un espejo, porque tanto él como muchos de los que ahora impugnan su relección al frente del tricolor, representan a un priismo caduco, agachón y corrupto.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) surgió para institucionalizar al país, es decir, darles paso a las instituciones y dejar atrás a los caudillos, pero nunca pudo superar la representación del tlatoani, que después del general Lázaro Cárdenas, sexenio tras sexenio, se adueñaban del país y trataban al erario como patrimonio propio.
Cada sexenio sucedía lo mismo, quien llegaba al poder, hacia y deshacía a su antojo, sin que nadie lo contradijera, porque sabían que en ello no sólo ponía en peligro su carrera política, sino incluso la propia vida.
De cualquier manera, el PRI nos guste o no, formará parte de nuestra historia que no obstante sus defectos, dejó en su trayecto importantes avances sociales, que hoy Morena y su Cuarta Transformación intentan rescatar.
Casos emblemáticos son, por ejemplo, la educación primaria gratuita y obligatoria para todo el pueblo, sin importar su estatus social, convirtiéndose en su momento en un importante instrumento de movilidad social para millones de mexicanos.
Como parte de la educación, no podemos dejar de lado la creación de los libros de texto gratuito, que tanto impugnó la Iglesia Católica y la derecha, y que desde 1959 se reparten a todos los estudiantes de educación primaria y secundaria, sin distingos de la instrucción pública o privada, que han tenido o sufrido, si se quiere, diversos cambios de acuerdo al presidente de la República en turno, pero al fin y al cabo, ahí están para formar a nuestra población infantil.
Actualmente, resulta muy importante que la doctora Claudia Sheinbaum, virtual presidenta electa, hable de rescatar a la educación pública, desde su nivel de preescolar, hasta el universitario, no sólo ofreciendo becas universales para todos los estudiantes, con la finalidad de que lo económico no sea un factor para dejar los estudios, sino con la creación de al menos 300 mil nuevos espacios universitarios.
Pero, no podemos hablar del PRI, sin mencionar los importantes logros que se tuvieron, como la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y el Instituto de Seguridad Social para los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
El primero creado en 1943 para darle cobertura médica a los trabajadores asalariados y sus familias, otorgándoles atención desde el primer nivel en clínicas familiares, hasta el tratamiento y operación en hospitales altamente especializados. Lo mismo sucede con el ISSSTE creado diez años después para darle atención a los burócratas de los tres niveles de gobierno.
No podemos dejar de mencionar el Banrural y la Aseguradora Nacional. Agrícola y Ganadera, S. A. (ANAGSA), que se crearon para apoyar el campo mexicano, entre otros muchos organismos que se fundaron para apoyar el desarrollo industrial, tecnológico, de salud y agropecuario del país.
Sin embargo, nunca se pudo superar esa idea de hacer del erario un patrimonio personal de los presidentes en turno que llegaban con la idea de que se sacaban la lotería y que después del sexenio tenían que asegurar su futuro y los de sus descendientes, lo que se replicaba en la mayoría de los altos y medianos funcionarios que, a su vez, llegaba hasta los niveles más bajos de la burocracia mexicana.
El PRI que en sus inicios recogía los mejores propósitos de la Revolución Mexicana de 1910, bajo el lema de justicia y desarrollo social, decayó estrepitosamente por la corrupción que se propagó en sus propias instituciones, cayendo en la paradoja de la víbora que se empezó a devorar a sí misma, llegando a límites extremos durante el neoliberalismo que arrancó con Carlos Salinas de Gortari en 1988 y se extendió hasta Enrique Peña Nieto, incluyendo los dos sexenios panistas que encabezaron Vicente Fox y Felipe Calderón.
El PRI generó su propia autodestrucción, bajo la bandera de que el Gobierno Mexicano tenía que adelgazarse y regular lo menos posible, así como adoptar, como única fórmula de desarrollo, la privatización de servicios, energéticos, educación, salud y dejar todo al libre mercado, con la presunción de que se autorregularía con la libre competencia.
Esa idea privatizadora no sólo provocó el deterioro de las instituciones creadas, sino que agudizó el empobrecimiento de más de la mitad de los mexicanos, muchos de los cuales se vieron obligados a acudir al comercio informal como una forma de sobrevivencia.
La crisis del PRI por su alejamiento de las masas que alguna vez le dieron fuerza y poder, repercutió en el desarrollo económico y social nacional, toda vez que proliferó la asociación entre políticos priistas ambiciosos y corruptos, con grupos empresariales que sólo vieron en los programas y proyectos de gobierno jugosos negocios que enriquecían sólo a unos cuantos y condenaban a millones de mexicanos a vivir en la pobreza y la exclusión.
Fue así como la víbora que se come así misma se atragantó y hoy vive sus momentos finales, pues después de ser el PRI el otrora partido todo poderoso, que mayoriteaba en la Cámara de Diputados y el Senado para imponer e implementar políticas públicas cada vez más depredadoras, hoy se acerca cada vez más a su extinción, con una representación legislativa que lo pone en el cuarto o quinto lugar por debajo de Morena, el PAN, el Partido Verde y Movimiento Ciudadano.
Detractores de Alito, como Francisco Labastida Ochoa, primer candidato presidencial perdedor del PRI, anunció recientemente su salida del PRI, porque se trata, dijo, prácticamente de un cadáver. No faltará mucho tiempo para que suceda lo mismo con el sonorense Manlio Fabio Beltrones, que si no renuncia, de cualquier manera podría ser expulsado del Revolucionario Institucional.
En todo caso, el PRI se cae a pedazos y Alito es ya la cabeza de esa víbora que está a punto de alcanzar su propia cola venenosa que tanto daño le hizo al pueblo mexicano, aunque curiosamente, hay que decirlo, deja un legado que hoy Morena intenta rescatar, que es precisamente el carácter social que alguna vez tuvo el tricolor, cuando menos en sus principios como partido.