Columna
Que no le digan…
Por Mario A. Medina
¿Por qué nos da miedo?
Agencia Parlamento y Debate.- Se dice que “… los filósofos le han dado demasiada preponderancia al problema de la razón, a lo racional, a la racionalidad, (pero) el miedo pareciera no encajar en el problema de la razón por estar tan cercano a las emociones”.
Igual se considera que el miedo se aprovecha como mecanismo de control social. Una frase muestra el axioma anterior: “Estoy aquí porque es el lugar donde la gente tiene más miedo y quiero mandar un mensaje de esperanza”.
El miedo adquiere fuerza desmedida cuando desde los medios de comunicación, desde las redes sociales; a partir de los congresos, incluso, desde los púlpitos o la plaza pública, se replica en millones de veces, es entonces que tiene repercusiones en ciertos sectores de la sociedad o en su conjunto. Cumple así su objetivo.
El poder del miedo es muy grande y por lo tanto, políticamente, “es muy rentable”, han señalado analistas. Se determina un objetivo y a quiénes debe ir dirigida la campaña del miedo. En tanto, la estrategia habla del mecanismo de cómo habrá de manejarse esa campaña para que tenga los efectos esperados.
“En las campañas políticas, no solamente incide lo racional, también el tema emocional. Y ambas cosas, las personas, las utilizamos para tomar decisiones”, ha señalado Dorian Ávalos, consultor político egresado del Centro Interamericano de Gerencia Política de Miami.
En 1994, con Ernesto Zedillo, como candidato presidencial, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, desde los medios de comunicación se generó toda una campaña en la que se decía que “el país podría entrar en una etapa de inestabilidad e ingobernabilidad por el conflicto zapatista”.
Conocida es de sobra la frase: “López Obrador un peligro para México”. La oración, es tal vez la más usada en nuestro país, generadora de miedos entre la población, aderezada con otros enunciados como “si gana te van a quitar tu casa”; “la propiedad privada desaparecerá”; “la educación va a ser comunista”, “el peso se va a devaluar”, etc., etc., etc.
Las iglesias, pero de manera particular, la católica ha sido una institución primordial en la generación de las campañas del miedo entre sus feligreses: “Pedimos a Dios que nos dé su paz”; “van a cerrar las iglesias”; “se rinde culto a la Santa Muerte”.
El 22 de marzo de 2012, Enrique Semo, científico social e historiador mexicano, economista, ensayista político, militante de izquierda de toda la vida, publicó en la revista Proceso un artículo que tituló “MIEDO”:
“Las elecciones del próximo julio se van a realizar en un ambiente de miedo mucho más agudo y generalizado que el que creó la campaña de Felipe Calderón en 2006. En aquella ocasión, el PAN, algunos grupos empresariales y otras organizaciones afines mandaron más de 7 millones de correos electrónicos en cinco meses, sembrando el miedo contra López Obrador. El tema predominante era: ´AMLO es un peligro para México, un Hugo Chávez, y su triunfo llevará a México a una especie de socialismo autoritario´. También se difundieron 66 videos de diseño profesional, vía internet, para la “guerra sucia” orquestada por Felipe Calderón´”.
Destacaba, del mismo modo: “… el miedo se vuelve silencioso, pero no por eso menos profundo”, y busca ser implantado en el elector para que renuncie al cuestionamiento del statu quo”, por lo que la clase media, en particular, “no pueden evitar los sentimientos de incertidumbre, desamparo y angustia que llevan al conservadurismo”.
Durante muchos años, desde el poder político y económico, los y las mexicanas nos hemos enfrentado al poder del miedo, un miedo manipulador, que hay que decirlo, en diversos momentos, fue “exitoso”, porque, como ya lo señalaba arriba, desde los medios privados de comunicación y sus líderes de opinión, se reprodujo esa sensación de que como país y como mexicanos corríamos peligro.
La intentona de repetir la misma estrategia, pero aderezada con cientos de mentiras, sin lugar a dudas es material interesantísimo para los estudiosos, para un cúmulo de tesis y análisis periodísticos, pero que deben incluir, seguramente, el por qué esta vez el poder del miedo no va a ser exitoso.
Hoy la campaña del miedo se topó con una sociedad más informada, más politizada, renuente a las afirmaciones “eruditas” de los comunicadores, cuya narrativa no hizo mella en sectores de la sociedad a la que antes se manipuló, y por lo mismo, a aquello de que “vamos a hacer como Venezuela, como Cuba”, no tuvo éxito entre la población, la cual ya no se dejó asustar con aquello del “petate del muerto”.
En aquella colaboración en Proceso, Enrique Semo, explicaba que “el miedo generalizado es uno de los grandes obstáculos de la acción colectiva transformadora. Deberá ser enfrentado en sus propios términos por sus opuestos: la indignación, la esperanza, la dignidad y la confianza de poder cambiar la historia de México, sentimientos que siguen vivos en los ciudadanos”.
Efectivamente, como hace seis años, de nueva cuenta ocurrió esto. La población se deshizo de los miedos que la derecha le había inoculado, y enfrentó “en sus propios términos” a una derecha que no entendió que no supo entender a nueva sociedad que se había transformado, que había revolucionado su conciencia y que, nuevamente, estoy seguro, les repetirá la misma dosis, al menos, como decía una tía, los va a mandar “a lavarse las piernas”.
Que no le cuenten…
“Nos tienen miedo porque no tenemos miedo” (2007)
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo; Nos tienen miedo porque no tenemos miedo…
Están atrás, van para atrás; Piensan atrás, son el atrás; Están detrás de su armadura militar;
Nos ven reír, nos ven luchar; Nos ven amar, nos ven jugar; Nos ven detrás de su armadura militar
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo; Nos tienen miedo porque no tenemos miedo…
Están atrás, van para atrás; Piensan atrás, son el atrás; Están detrás de su armadura militar
Nos ven reír, nos ven luchar; Nos ven amar, nos ven jugar… Nos ven detrás de su armadura militar. Nos tienen miedo porque no tenemos miedo… Su autora, Liliana Felipe, cantante nacionalizada mexicana, de origen argentino dijo en una entrevista: «Es inevitable, pero también es raro dar voz a la gente que yo creo está siendo engañada por el sistema”.